El fabricante de sueños by Torcuato Luca de Tena

El fabricante de sueños by Torcuato Luca de Tena

autor:Torcuato Luca de Tena [Luca de Tena, Torcuato]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 1996-01-01T00:00:00+00:00


6

QUINTO SUEÑO: La increíble pero verdadera historia de cuando Mariví la soñadora perdió su sombra.

Con una buena luz detrás de mí y una pared muy blanca delante, nadie sabía hacer sombras chinescas como yo. Juntando las manos de una manera especial y moviendo los dedos de un modo preciso, mis sombras imitaban a un perro que ladraba, a una paloma volando, a un canguro pegando saltos, a un chino riendo y mil cosas más. La mayor parte de los trucos los aprendí de un libro gordísimo de juegos que tiene papá en su biblioteca. Pero llegué a hacerme tan experta que muchas otras sombras las inventé yo: un enanito andando por el bosque, un gallo con la cresta lanzando el «¡ki-ki-ri-kí!», un erizo al que de pronto se le levantaban las púas, y tantas más que sería muy largo de contar.

Tan aficionada era yo a este juego y tanto me divertía inventar sombras nuevas, que me encerraba en mi cuarto y me pasaba las horas sin hacer otra cosa que probar sombras y más sombras. Hasta que ocurrió lo que tenía que pasar. ¡Y ya no pude hacer más sombras chinescas con las manos en la pared de mi cuarto! No creas, querida Lupita, que se cayó la pared, o que me la pintaron de negro. No. No es eso. Tampoco vayas a pensar que perdí mis manos en un terrible accidente. No, y mil veces no. Lo que perdí fue… mi sombra.

Todo ocurrió de esta manera. Volvía yo del colegio. Tenía el sol de espaldas y, como ya estaba muy bajo, mi sombra muy alargada caminaba por el suelo delante de mí. De pronto me di cuenta de que se había despegado de mis pies y comenzó a separarse, andando mucho más deprisa que yo. Corrí tras ella y la pisé.

—¡Suéltame! —me dijo la sombra—, ¡estoy harta de ti!

Me quedé espantada de oírla hablar, ella, que siempre era tan silenciosa. Pero comprendiendo que quería huir de mí, sin separar los pies del suelo, arrastrándolos por el pavimento, me acerqué a una pared muy blanca, toda encalada, y me puse a gesticular para cansarla.

—¿Puedo saber qué te ocurre? —le pregunté, moviendo mucho los brazos.

Mi sombra, por primera vez en mi vida, me desobedeció. Y, en vez de repetir los mismos movimientos que yo, se puso a burlarse de mí haciendo otros completamente distintos. Si yo levantaba un brazo, ella lo bajaba. Si yo pegaba un salto, ella se estaba quieta. Si yo me llevaba una mano a la cabeza, ella se tocaba la rodilla.

—Nadie ha abusado tanto de su sombra como tú —me dijo imitando mi misma voz—. ¿Conoces a alguien que haya hecho trabajar tanto a su sombra como tú a mí? ¡Estoy harta de tus chinitos y tus canguros y tus payasos! ¡Me niego a seguir siendo tu esclava! ¡Me voy!

—No te dejaré escapar —dije, apretando con fuerza los pies sobre el suelo.

Se rio de mí.

—No puedes estar así toda la vida. En cuanto te descuides, me escaparé.

—No lo harás.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.